martes, 27 de septiembre de 2016

La Ventana Indiscreta, TusRelatos y PseudoCaulfield.blogspot.com

Llevo varios días de reclusión hogareña oc(k)upando el espacio que hay desde mi cama al sofá.

Tengo una tortícolis aguda que me mantiene con el cuello tieso como un suricata. Con ese falso, y a ratos ridículo, aspecto de que todo a tu alrededor te produce un interés repentino y desconfiado.



Una mierda cruel y desesperante como el ego de un humorista de chiringuito. Un rabioso soplamocos de la vida para borrarte la estúpida sonrisa de teenager que tienes en la cara y recordarte que de viejóvenes está el mundo lleno. Y paro ya, que me embalo por senderos de autocompasión que sé que te aburren soberanamente.

En mi primera mañana de reclusión pensé que sería divertido observar mi barrio desde mi triste balcón en las alturas. Al más puro estilo James Stewart en La Ventana Indiscreta, pero sin la angelical  e intermitente visión de una Grace Kelly en su mejor momento pre-principado.

Desde mi piso tengo una interesante vista de toda la calle, el parque con skatepark de al lado y el pipicán del descampado de enfrente. Vale, no es gran cosa, pero menos da una piedra.

Me hice un té drenante para la retención de líquidos y me senté en el balcón con el albornoz de felpa a modo de elegante batín Hitchcockiano. Camuflándome detrás del ficus de plástico, vi a un par de adolescentes campaneros fumarse un porro debajo de uno de los pinos del skatepark, a varias grupiviejas paseando sus perretes consentidos, a madres con toda su prole corriendo como gallinas en el corral para coger el autobús y a un par de vecinos que me saludaban con semblante de sospecha intentando localizar mi cara a través de las ramas del ficus.

No había pasado una hora cuando lo dejé y me puse a ver la tele, por supuesto. Pero cuando ya llevaba unas siete horas de televisión y mi cerebro amenazaba con tirarse a la vía en señal de protesta, me puse a reflexionar sobre el anonimato mientras dormitaba en absoluta tiesez sobre la alfombra peluda del comedor.

Es alucinante la de cosas que podemos llegar a hacer cuando somos (o creemos que somos) anónimos. Yo por ejemplo, esa misma mañana espiando a mis paisanos cuando creía que nadie repararía en mi presencia. O en el blog, donde quemo mis penas a lo gonzo y sin miramientos. Y por supuesto en TusRelatos.com, donde sé de sobra que escritolectores de aquí y de allá leen mis relatos con absoluta indiferencia. Aunque en las cosas que subo sólo haya verdades enteras de mi microcosmos particular. De esas que no le cuentas a -casi- nadie; pero pasadas por harina lírica. Que siempre le da más sabor y grasa saturada al tema.

Te has tirado alguna vez un pedo delante de gente que no conoces de nada? No? Pues entonces no lo vas a entender aunque me esfuerce. Pero si lo has hecho, entonces sabes cómo me siento yo colgando en el blog y en TusRelatos mis reflexiones privadas. Cosas que son más reales que cualquier otra tontería que pueda explicarle a alguien a lo largo de mi día.

A ti, que estás leyendo esto y que teóricamente no me conoces de nada y no sabes nada de mi (al margen de lo que puedas destilar de estas frases), quiero que sepas que conoces mucho más de mis vísceras que las personas con las que trabajo y que me ven cada día. Sabes algo más que las personas con las que me acuesto y me levanto. Y definitivamente sabes más de mi que las personas que me importan de verdad en esta vida de relleno social que llevamos. Sabes más que ellos porque tenía que escoger entre no decir nada en absoluto o vomitárselo todo a extraños. Y me he aferrado a la segunda opción como si me fuera la vida en ello (porque lo cierto es que sí me va).

Siento haberte puesto en esta situación, pero yo me conformo con que te guste la gramática de una frase, con que un párrafo te haga reflexionar sobre los pedos en público o con que sonrías de rasqui durante una milésima de segundo (atrevido por mi parte, lo sé, pero te juro que esa idea me devuelve las ganas).

Esto es todo lo que me puedo comprometer a darte de momento. Y créeme que es mucho más de lo que suelo ofrecer en general a todo el que me rodea. Con esto no pretendo que te sientas afortunado/a de leerme o conseguir más estrellitas amarillas o darte pena o caerte virtualmente bien. Sólo quería decirte que me alegro de que estés aquí. Que si no tuviera la certeza de que estás, probablemente estaría pagando ayuda profesional o tirándome de alguna azotea en hora punta.

Así que seas quien seas y vengas de donde vengas, muchas gracias desconocido/a.

No hay comentarios:

Publicar un comentario